Nada más coger las témperas y repartirlas por mesas,...se formó un bullicio que solo se disipó cuando comenzaron a pintar. Se sorprendieron cuando les di a cada uno un pincel y les dije que podían pintar lo que quisieran. Daba igual que tuviera forma determinada o no. Aproveché para explicarles qué era la pintura abstracta... Algunos, recelosos, me volvieron a preguntar si de verdad podían pintar en la cartulina blanca lo que quisieran a lo que les respondí que sí. Entonces, puse música ...y mientras pintaban...¡se hizo el silencio...! Fue precioso ver como cada uno expresaba mediante la pintura cosas totalmente diferentes a los otros. Unos escogían colores vivos, otros cambiaban de color constantemente y otros cantaban mientras pintaban.
Al finalizar, les pedí a cada uno que les pusieran un nombre a su GRAN OBRA DE ARTE y este fue el resultado..
